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Estudios del discurso y sociolingüística crítica, una articulación necesaria

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14/03/2024

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Estudios del discurso y sociolingüística crítica, una articulación necesaria

Por: Virginia Zavala

Investigar desde el Perú, pero participar de rumbos académicos del Norte, no siempre ha sido fácil. Quienes trabajamos en las llamadas “periferias” hemos tenido que aprender a dirigirnos a múltiples audiencias, escribir en diferentes ‘lenguas’ y géneros, y atravesar diferentes disciplinas. Como muchos de nosotros, yo también me pregunto constantemente cuál es la contribución que los estudios del discurso pueden ofrecer hoy, qué podemos aportar frente a la agudización de las crisis que atraviesa el mundo entero y cómo podríamos transferir el conocimiento que producimos a distintas esferas de la sociedad más allá de la académica. Desde América Latina, y específicamente desde un país en permanente crisis y deterioro como el Perú, quisiera compartir brevemente un deseo, una opción, una voluntad: la necesidad de articular/integrar diferentes opciones teóricas para potenciar el campo de estudio del lenguaje en sociedad.

Siempre he pensado en la importancia que tiene integrar paradigmas teóricos que históricamente se han trabajado de modo paralelo y que felizmente han ido convergiendo en las últimas dos décadas. Me refiero, por ejemplo, a los estudios del discurso (en el marco de sus múltiples versiones) y a la sociolingüística crítica (que a su vez tiene influencia de la antropología lingüística de origen norteamericano). En su libro Discourse del 2005, Blommaert afirmó que el campo de los estudios críticos del discurso y la antropología lingüística representan dos mundos separados con fuentes de inspiración mutua sin explotar. De hecho, hoy nos queda claro que ambos colocan en el centro las nociones de ideología y poder para abordar el rol que tiene el lenguaje en la legitimación de la desigualdad social.  Hace más de dos décadas que enseño los cursos de análisis del discurso y de sociolingüística, y siempre he intentado integrar ambos paradigmas en mis investigaciones. Pero me cuesta entender por qué ambos campos se asocian a comunidades que muchas veces no dialogan entre sí.

Podríamos señalar, siguiendo a muchos, que estos dos campos abordan, respectivamente, el poder a través del lenguaje y el poder en el lenguaje, en el sentido de la construcción de los contenidos proposicionales, pero también de los valores indexicales de recursos lingüísticos con, o sin, significado referencial. Si abordamos simultáneamente ambas dimensiones (que, por lo demás, suelen cruzarse en muchos fenómenos) podríamos hacerle una mayor justicia a la complejidad del estudio del lenguaje en sociedad, y a la forma como el uso de los recursos lingüísticos se vincula con la producción de los sentidos y las consecuentes desigualdades materiales en la vida social.

Todos sabemos que la vida social, como una articulación entre lo material y lo simbólico, constituye un campo de poder donde el discurso y el lenguaje contribuyen a la producción de los sentidos que fabrican su organización o su estructura. Mientras que el análisis del discurso suele estudiar cómo el poder se ejerce a través de la producción discursiva en el marco de las prácticas sociales, el poder en el lenguaje se pregunta cómo una serie de recursos semióticos (como un sonido, una práctica letrada o la combinación de recursos asociados a diferentes lenguas nombradas) se insertan en las prácticas sociales, van adquiriendo significados ideológicos y terminan situando a las personas de forma diferenciada en la estructura social. En América Latina, por ejemplo, el análisis del discurso político se suele inscribir en la primera perspectiva; y la situación de las lenguas minorizadas, en la segunda.

En mis opciones, lo anterior supone varios retos: adoptar el giro procesual y etnográfico en el análisis del discurso; asumir que la ideología es algo que se hace y no se reduce a marcos de cognición compartidos a ser ‘develados’ en textos; estudiar dinámicas donde el lenguaje se intersecta con el poder de múltiples formas; entender que el texto, el discurso y el contexto no tienen una naturaleza estática; y visibilizar el cuerpo y la agencia de las personas para no silenciar la lucha social, tal como lo señaló hace un tiempo Virginia Unamuno en este mismo blog.

Pero sobre todo, creo que es clave (volver) a sostener que el texto es parte de los procesos sociales y que, por tanto, tiene un estatus ontológico de acción social. Recuerdo bien cuando Ron Scollon me decía hace muchos años que la unidad básica de nuestro campo de estudio es la práctica social y no el lenguaje, y que es problemático hablar del texto como algo que tenemos que “conectar” con el contexto. Para muchos de nosotros, eso sigue siendo difícil de asumir, pues hemos heredado una formación con un objeto de estudio sustraído de la historia, el poder y los antagonismos sociales.

Tal como lo ha puntualizado Anna de Fina, también en este mismo blog, estamos presenciando una crisis de identidad en los estudios sociales del lenguaje y nos estamos dando cuenta de cómo, obviamente sin quererlo, hemos sido cómplices de procesos que reproducen la desigualdad social. Esto incluye la crisis de los paradigmas teóricos, la manera de conducir nuestras investigaciones y las formas en que hemos diseminado el conocimiento que producimos. Como muchos ya lo han señalado, necesitamos una sociolingüística del discurso o un análisis del discurso sustentado en la etnografía y la sociolingüística crítica. Solo con un paradigma robusto sobre cómo construimos sentidos con el discurso y con el lenguaje dialogaremos de manera más productiva con los marcos teóricos de las humanidades y las ciencias sociales. Solo así, otras disciplinas nos tomarán más en serio. Nuestra fortaleza está en el estudio empírico sobre cómo las personas y grupos sociales navegan por las fuerzas del poder a través del discurso y el lenguaje. Sabemos que, solo desde ahí, podemos comprender mejor los procesos vinculados a la colonialidad, al neoliberalismo o a la normatividad.

Creo que esta falta de integración entre paradigmas, que percibo mucho en América Latina, se refleja en la dificultad de encontrar revistas en español que se interesen por la problemática del lenguaje en sociedad desde una perspectiva crítica e interdisciplinaria. Por eso, celebro una iniciativa que ha tenido José Del Valle para armar una colección editorial titulada “El poder del lenguaje” desde Chile, donde se publicarán volúmenes en español, esperemos, con una mejor circulación por el mundo hispano. Ojalá que éste sea un espacio para proponer estudios que aborden el poder a través y en el lenguaje, y que juntos podamos diseminar el conocimiento que producimos más allá del mundo académico y ante públicos diversos.

 

COMENTARIOS

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Celso
14/03/2024

Gostei muito da reflexão. Pessoalmente (e modestamente) não concebo tal convergência proposta entre (sub)disciplinas ou escolas sem uma focagem materialista. Certo, a análise do discurso, ou qualquer abordagem, pode ter contribuido e pode continuar a contribuir (ao contrário do que pretende) involuntariamente para a desigualdade se não exibir e operativizar essa concepção que ligue a prática da fala com o material. A crítica mais fácil é que o campo da A.D. e outras não pode fazer tal abordagem porque o alvo dos agentes é simplesmente manterem posições de campo (prestígio, etc.). Isto é: como vai alguém aplicar à A.D. focagens materialistas que nalgum ponto questionariam a sua própria posição como produtor/a de discurso legítimo? Estruturalmente a cousa é assim. Mas o problema é mais do que isso. Se o habitus existe (e vamos continuar a imaginar que sim, ou perderemos uma ferramenta), acho que é possível procurar redefinir a lógica (emanada do habitus) do próprio campo... desde que se parta doutros pressupostos ideológicos, claro. Evidentemente, se estes pressupostos não se têm, e se continua a manter uma visão des-agentizada e simbólica do "poder", há pouco a fazer. Continuará a haver muito totum revolutum de "identidades" e diversidades, mas pouca explicação do papel da linguagem na exploração económica e dominação social. Ouso opinar, vamos.

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